Querido diario…

Hoy hemos vuelto a discutir. Esta vez fue por algo tan insignificante como quién debía lavar los platos. Pero, como siempre, terminó en un reproche más grande: “Nunca me escuchas”, “Siempre estás a la defensiva”, “Ya no somos como antes”. La discusión no fue por los platos, claro que no. Fue por todo lo que venimos acumulando, por todo lo que no decimos a tiempo, por las heridas que vamos dejando abiertas sin saber cómo cerrarlas. Cada palabra se convirtió en un arma, cada gesto en una acusación silenciosa.

Cada vez me siento más desconectado/a de mi pareja. Nos queremos, lo sé, pero últimamente parece que vivimos en mundos distintos. Nos hablamos para discutir, nos miramos para juzgar, y todo lo que antes era sencillo ahora se ha vuelto difícil. Echo de menos cuando podíamos reírnos de tonterías, cuando hacíamos planes sin terminar peleando, cuando sentía que estábamos remando en la misma dirección. Ahora parece que cada uno rema por su cuenta, y en direcciones opuestas.

Anoche, después de discutir, me quedé despierto/a mucho tiempo. Dando vueltas a lo que dijimos, a lo que no dijimos, a lo que realmente queríamos decir pero no supimos cómo. Me pregunté si todo esto tiene solución, si realmente podemos recuperar lo que fuimos. A veces pienso que sí, que solo necesitamos ayuda. Otras veces me invade el miedo de que sea demasiado tarde, de que hayamos esperado tanto que ya no sepamos cómo volver a encontrarnos.

A pesar de todo, no quiero rendirme. Me duele vernos así. Me duele recordar lo felices que éramos y ver lo lejos que estamos ahora. Pero también me duele pensar que podríamos dejarlo todo sin haberlo intentado de verdad. A veces me culpo por cómo reacciono, por lo que digo, por lo que callo. Otras veces siento que es el otro quien no me comprende, quien no se esfuerza. Pero, en el fondo, sé que no se trata de repartir culpas, sino de entender que algo se ha roto y que necesitamos ayuda para repararlo.

Necesitamos herramientas. Necesitamos apoyo. No quiero que esta historia termine por falta de comprensión, cuando lo que más deseo es volver a sentirnos cerca, como antes, pero más fuertes.